Sostenibilidad

Las alternativas para lograr un mercado circular de la ropa

Frente a una industria del fast fashion en constante crecimiento, expertos proponen establecer un mercado de prendas de segunda mano de mejor calidad, un mayor uso de reparadoras, arriendo de ropa, y valorizar los residuos textiles para generar nuevos productos.

Por: Valentina Llompart / Interactivo: María C. Arvelo | Publicado: Lunes 31 de julio de 2023 a las 04:00 hrs.
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Joaquín Zavala y Santiago Valdés de Vestuá.
Joaquín Zavala y Santiago Valdés de Vestuá.

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El surgimiento de la industria del fast fashion (moda rápida), que utiliza en gran medida telas que contaminan, y la oferta de mano de obra barata para su fabricación en Asia, han disparado el consumo de ropa a nivel global, lo que está generando un importante impacto en el medio ambiente.

Según el Banco Mundial, la moda es responsable del 10% de las emisiones globales anuales de dióxido de carbono (Co2), uno de los gases de efecto invernadero causante del cambio climático, equivalente a las emisiones de todos los vuelos internacionales y el transporte marítimo juntos. Más aún, las Naciones Unidas (ONU), estima que a 2025 utilizará el 25% del presupuesto de carbono del mundo.

Y la Fundación Ellen MacArthur, concluyó que el 85% de los textiles terminan en vertederos o incinerados.

Chile, de acuerdo al Ministerio del Medio Ambiente (MMA), genera 572 mil toneladas anuales de residuos textiles al año y no hay cifras oficiales de cuántos de estos desechos logran reciclarse.

El país tampoco está exento del alza en el consumo de vestuario. Entre 2017 y 2021, aumentó un 80%, pasando de consumir 13 prendas nuevas por persona, a 50.

El tema recién comienza a tomar relevancia a nivel de Gobierno. El MMA anunció la creación del Comité Estratégico para la elaboración de la Estrategia de Economía Circular para Textiles, como antesala para incluirlos como producto prioritario de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (Ley REP), y lograr su reutilización.

Solo un 25% de la ropa usada importada se vende en Chile, el resto, termina en vertederos y en el desierto de Atacama.

Ropa usada importada y baja fabricación nacional

En este escenario de consumo en constante auge, surge la duda respecto de si es posible establecer un modelo de economía circular -de reciclaje y valorización de residuos- en la industria textil, y cuáles son las alternativas para lograrlo.

Una de las opciones que se ha posicionado en el mundo es la adquisición de ropa usada proveniente de Estados Unidos o Europa, la que ha ido ganando popularidad, por su bajo costo y la idea de que se está contribuyedo al medio ambiente.

Eugenio Grove, director del Laboratorio de Innovación de la Universidad Diego Portales (UDP), explicó que este modelo se instaló hace décadas en el país y sigue vigente, a través de venta minorista y de la comercialización al por mayor de prendas por kilo, en barrios como Bandera en Santiago.

“Estos fardos que entran significan un desastre gigante en términos medioambientales. Las prendas suelen ser más baratas, pero el impacto termina siendo casi igual o mayor que comprar una nueva. Que esta ropa ingrese a Chile no es sinónimo de que se inserte en el mercado, ya que nos llegan las sobras de otros países y, por ende, suelen estar en mal estado”, afirmó Grove.

En tanto, Ana Galassi, del equipo de la startup Renueva Tu Clóset, afirmó que la ropa de segunda mano de fardos importados, está lejos de ser una opción sustentable.

“Solo un 25% de la ropa usada que entra a Chile, usualmente en fardos, se comercializa, y el resto termina en basurales clandestinos, como en el desierto en Alto Hospicio, y se incinera”, dijo Galassi.

Así también lo establece un informe de 2022 del MMA. Este señaló que en Chile no hay restricciones a la importación de ropa usada respecto de su calidad y los exportadores tampoco son controlados por las autoridades ambientales del país de origen, ya que la mercancía de segunda mano se considera un producto y no un desecho.

“Lo anterior, se presta para que exista un flujo de residuos desde el extranjero que termina en vertederos clandestinos en Chile”, consigna el documento del MMA.

Solo el 10% del total de la ropa que se vende, es de fabricación nacional.

Por otro lado, Grove de la UDP explicó que el mercado de ropa local es “muy pequeño”, solo representa cerca de un 10% del total.

“Chile no tiene cómo competir con industrias como la asiática, que llevan décadas produciendo ropa y de forma muy barata, por lo que son esos textiles los que están presentes en gran medida en el país”, dijo.

El mercado de ropa nacional está conformado, principalmente, por marcas internacionales -fast fashion y slow fashion (moda lenta)-, poca fabricación nacional y fardos importados de segunda mano.

En este contexto y de cara a configurar un mercado circular de ropa, los expertos proponen algunos caminos: un mercado de segunda mano con ropa de mayor calidad -por ejemplo, lo que ya hacen startups como Vestuá y Renueva tu Closet-; alargar el uso de prendas llevándolas a reparadoras y costureras; arriendo de ropa, y valorización de los textiles, a través del trabajo que hacen empresas como Ecocitex, Rembre y Ecofibra.

Mercado de segunda mano: dar prioridad a lo que ya circula

Los expertos concuerdan en que una de las alternativas es que las prendas nuevas que ya ingresaron al país para ser comercializadas en el comercio minorista tengan una circularidad y se puedan reutilizar.

Bastián Díaz, de la ONG Fashion Revolution, comentó que considerando que las personas cada vez adquieren más ropa nueva, “no tiene sentido no aprovechar eso a través de mecanismos como la reventa o regalarla a fundaciones, ya que se podría tener un mercado de ropa de segunda mano enorme. Es relevante dar prioridad a lo que ya está circulando en el país”.

Dijo también que gran parte de las prendas que ingresan son parte de la industria del fast fashion y que “como este mercado emite un volumen de ropa tan desmedido, está acelerando que haya también una oferta de ropa de segunda mano”.

Agregó que esta situación contrasta con lo que ocurre con el slow fashion, que se caracteriza por una mayor calidad, durabilidad y precio, menos oferta y una composición más amigable con el medio ambiente.

“Es casi imposible lograr un mercado de segunda mano de prendas hechas en Chile, ya que, al operar con un modelo de moda lenta porque el país no tiene cómo competir con el ritmo de los mercados extranjeros, las prendas tienen otro tipo de valor y se consideran una inversión”, dijo Díaz.

Ya hay startups que están pavimentando este mercado, como Vestuá y Renueva tu Closet, que conectan a personas que quieren vender su ropa en desuso con demanda.

Vestuá es una plataforma online fundada en 2014 por Joaquín Zavala y Santiago Valdés, para dar una salida al exceso de ropa de los clóset.

Zavala comentó que venden mil prendas diarias de segunda mano, la mayoría de marcas del retail, y cerca de 120 personas les entregan su ropa al día. “Solo trabajamos con la ropa de personas naturales, no con fardos importados”, dijo.

La empresa recoge las prendas a domicilio o las recibe en su bodega en Santiago y tras una selección, comercializa las que están en buen estado en su sitio web o en los marketplace de París, Falabella y Ripley. Por cada prenda vendida, el dueño recibe un porcentaje y si la ropa no pasó el filtro de selección, se entrega a Ecocitex o Rembre para su valorización.

Un modelo similar utiliza Renueva tu Clóset, plataforma creada en 2015, donde los usuarios, tras crearse una cuenta, suben directamente las fotos de las prendas que quieren vender. En este caso, un 10% proviene de usuarios que venden ropa de fardos.

“Tenemos más de 300 mil usuarios y desde su fundación, hemos vendido más de 150.000 prendas, lo que se traduce en un ahorro de 3 millones de toneladas de dióxido de carbono (Co2)”, afirmó Galassi.

Reparadoras y arriendo de ropa

Otra de las alternativas es reparar la ropa para alargar su vida útil o transformarla, en locales especializados o con costureras.

Para Grove de la UDP, hay que cambiar la mentalidad y dejar de asociar la reparación de ropa con falta de recursos. “Se debe volver a potenciar el concepto del costurero, de la reparadora de ropa. Sería ideal que, por ejemplo, al reparar una prenda, el costurero le informara al usuario del ahorro de agua o la huella ambiental”, dijo.

El experto señaló que se puede replicar lo que ya hace la industria del plástico. “Es mucho más lógico recuperar la ropa que ya está circulando en el mercado y transformarla, modificarla, repararla. Pero siempre fomentando que quede en la misma industria local dando vueltas”.

Otra opción para Grove es el arriendo de ropa en lugares masivos, como los aeropuertos. “Por ejemplo, cuando la gente viaja y no sabe bien cómo es el clima, si tiene cómo arrendar, no necesariamente compararía ropa nueva. En el caso de Chile, quizás sería interesante que esa ropa fuera de fabricación nacional”, dijo.

Valorización

Una de las opciones para valorizar textiles que no pueden reutilizarse ni transformarse, como sábanas, toallas, telas de baja calidad, prendas que ya no cumplen con su función o que están en malas condiciones, es generar un nuevo producto.

Hoy el MMA no cuenta con datos de reciclaje y valorización de textiles, lo que se explica ya que, “como no hay regulaciones vinculadas a valorización de estos productos, se ha dado algo más bien voluntario y con iniciativas aisladas que han buscado dar alguna salida a esto”, dijo Díaz, de Fashion Revolution.

No obstante, hay complejidades en la revalorización. Grove explicó que la materialidad del textil influye. “No es lo mismo tener una prenda monomaterial hecha solo con algodón -una fibra natural- a una que tiene más de una fibra y de origen artificial, como el poliéster. Si bien pueden valorizarse igual, hacerlo se hace mucho más complejo y deben realizarse procesos de separación”.

Ya existen algunas empresas que revalorizan textiles. Por ejemplo, Ecocitex -que se está volviendo a parar luego de un incendio- recibe ropa en desuso, la que está en buen estado la vende y el resto la transforma en hilados, los que comercializa para que las personas elaboren nuevas prendas.

Otros casos son Procitex (ex Ecofibra), que recolecta todo tipo de textiles, con los cuales elabora aislantes para la construcción; y Rembre, que recolecta, gestiona y transforma residuos textiles en productos como sacos de boxeo, cojines o utensilios para el hogar.

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